jueves, 25 de junio de 2015

La Plaza de Cibeles


          
                                                    La  Plaza  de  Cibeles
          
                      
Con motivo de las pasadas elecciones municipales, el edificio de la fotografía que encabeza esta postal de Madrid, ha sido una imagen muy repetida en los medios de comunicación ya que su simbólica “posesión” era el principal objetivo de los partidos que disputaban la alcaldía madrileña.

Este edificio, es  uno de los monumentos que enmarcan la plaza situada en la en la intersección de los dos grandes ejes que cruzan la ciudad de norte a sur y de este a oeste.

A mediados del siglo XVIII  muy próxima a este lugar, entonces alejado del centro de la Corte, estaba la Puerta de Alcalá, no la que hoy podemos contemplar, construida en 1778 como un bello arco de triunfo en honor de Carlos III, sino otra mas modesta levantada en el año 1599 que estaba formada (según el cronista Mesonero Romanos) por dos mezquinas torrecillas colocadas entre las tapias de las huertas del prado de Recoletos y las de los jardines reales del Buen Retiro.

A las muy bellas perspectivas que desde esta amplia plaza se contemplan hay que añadir la monumentalidad de los otros edificios que se levantan en sus esquinas: el Banco de España y los palacios de Buenavista, Linares y el antiguo de Correos y Comunicaciones, hoy sede del Ayuntamiento de Madrid. El primero se construyó a partir de 1884, sobre proyectos de Eduardo de Adaro y Severiano Sainz de la Lastra, en el solar en el que estuvo el palacio del marqués de Alcañices, gran amigo y ayo del rey Alfonso XII a cuyo retorno al  país contribuyó en gran manera. 

El edificio de Correos, inaugurado por los Reyes en 1919, fue erigido sobre los antiguos jardines de la Huerta de San Juan y es obra de los arquitectos Antonio Palacios y Joaquín Otamendi. Por su monumentalidad y original estilo los madrileños de la época lo apodaron “la catedral de Nuestra Señora  de las Comunicaciones”.

A su lado se alza el palacio de Linares edificado en 1872 en parte de los terrenos del antiguo Pósito. Es una muestra de la arquitectura madrileña del siglo XIX y de los pocos que se conservan construídos para la aristocracia y la alta burguesía en la zona de Recoletos. Cerrado durante muchos años, tuvo su particular “leyenda” de fantasmas y ruidos y voces extrañas. Actualmente es sede del centro cultural iberoamericano conocido como la Casa de América.

La cuarta esquina de la plaza de Cibeles la ocupan los jardines del palacio de Buenavista encargado a finales del siglo XVIII por la famosa duquesa de Alba, María Teresa Cayetana, a la que Goya inmortalizó en sus cuadros. Este palacio, que la duquesa, fallecida en 1802, no pudo ver terminado, ha tenido desde entonces muchos y distinguidos destinos y moradores. Lo adquirió el Ayuntamiento de Madrid para regalárselo a Godoy, que no pudo disfrutarlo  por la llegada de los franceses. Tras la expulsión de las tropas  de Napoleón, fue convertido en parque de artillería y mas tarde en museo militar. El general Serrano habitó en él en su etapa de Regente. En 1860, tras la victoria de Tetuán, sirvió como embajada del sultán de Marruecos y poco después, el general Prim lo destinó a Ministerio de la Guerra y residencia del Presidente del Consejo de Ministros. Como tal vivió este estadista en el Palacio de Buenavista hasta el atentado en la cercana calle del Turco (hoy Marqués de Cubas) que le costó la vida.
          
Pero el monumento principal de este enclave madrileño tan especial es el que le da nombre a la plaza: la fuente de Cibeles.

En esta  espaciosa alameda abierta entre huertas y jardines se construyó a partir de 1780 una hermosa fuente monumental dedicada a la diosa Cibeles según el proyecto de ornato para el paseo del Prado (junto con las fuentes de Neptuno, la Alcachofa y la de Apolo y otras menores) diseñado por  Ventura Rodríguez. Desde entonces la plaza siempre ha sido conocida como la de “la Cibeles” a  pesar de que el año 1900 el Ayuntamiento se la dedicó al insigne estadista Emilio Castelar.

La hermosa matrona está sentada en un carro tirado por dos leones y en sus manos tiene un cetro y una llave. El monumento, tallado en piedra blanca de Colmenar, fue diseñado por el famoso arquitecto y maestro de obras del ayuntamiento de la ciudad. La diosa y el carro son obra del escultor Francisco Gutiérrez, y los leones del francés Robert Michel, todos artistas destacados en el Madrid de finales del siglo XVIII.

En el XIX se le colocaron dos amorcillos a su espalda y pasó a ocupar el centro de  la nueva y gran plaza, ya que anteriormente estaba en un lateral junto al Palacio de Buenavista, como se puede comprobar por ilustraciones de épocas anteriores.